Respiramos unas veinte mil veces al día. Por supuesto que ni siquiera pensamos en cómo lo hacemos. Pero la gran sorpresa es que, aunque parezca imposible, muchos lo hacemos mal. Muy mal ¿Por qué? Pues resulta que somos una inmensa mayoría los que solo utilizamos el 30% de nuestra capacidad respiratoria.

a través de Respiras mal y no lo sabes — AUTOCONOCIMIENTO INTEGRAL

El Arte de Soltar

En estos días de viaje hacia tierras del interior, esas tierras denominadas actualmente como parte de esa España «vaciada», benditamente «vaciadas» de contaminación, ruidos y estrés, he tenido alguna reflexión que me gustaría compartir.

Paseando por un camino cercano al pueblo, disfrutando de los colores del otoño pintados en las hojas de los olmos (pese a este cambio climático que hace que a estas alturas de octubre haga tanto calor), me senté en un banco y pensé (de vez en cuando lo hago).

El otoño es la época en que los árboles de hoja caduca sueltan las hojas secas y anuncian el comienzo del invierno, y en una similitud, (un poco manida es cierto) con el ser humano, es la época de soltar todo lo gastado y viejo que ya no sirve, para plantar las semillas en el invierno, que florecerán en primavera.

Observando a los árboles en su sabiduría ancestral, me he dado cuenta que el árbol tiene que querer soltar la hoja, dejando de llevar savia a la misma, pero observé que la hoja solo caía si había una brisa que la empujara a hacerlo, para mí, esa brisa es la vida misma, que aunque a veces no queramos soltar las hojas, nos da ese «empujoncito» que nos hace falta para terminar el ciclo.

Déjate mecer por la brisa y suelta las hojas que ya no te hacen falta, para afrontar el invierno limpio para gestar los nuevos brotes que la primavera hará evidentes en tu vida.

El bosque

El bosque

Hoy he ido a caminar, como hago muchas veces, por lo poco que queda de bosque, en la zona del río Turia,  en La Vallesa. Normalmente me acompaña mi chica, pero hoy, por esas cosas que tiene las «causalidades» de la vida, no ha venido.

He empezado a caminar al final de la calle 17, paralelo a la vía, esa vía de tren que me acompañará durante todo el camino y que solo se hace presente cuando uno de los trenes del metro anuncia su llegada con un sonoro pito y el ruido potente de sus motores.

Como siempre que empiezo a caminar, he notado la falta de equilibrio sobre el camino de piedras y como al cuerpo le cuesta arrancar, por la falta de costumbre, (hace tiempo que no salía), pero bueno, eso es parte del proceso de retomar el sendero y lo asumo.

Para ajustar el paso, me he puesto a respirar a ritmo, ritmo lento al principio, que luego he ido aumentando conforme andaba. Es increíble lo que hace la respiración cuando lo hacemos con conciencia.

Al empezar a respirar así, inhalando por la nariz y soltando por la boca, el ritmo de tu caminar se ajusta al de la respiración, es como si todo tu cuerpo se pusiera de acuerdo (desde la punta de tus pelos a las añas de tus pies), y te dijera: «vale vamos a caminar».

Cuando todo esto está funcionando, es cuando empiezo a tomar conciencia de dónde estoy y por dónde voy. Camino por un bosque, en el que veo árboles jóvenes, de mediana edad, viejos pinos grandotes y otros que han pasado a formar parte de la tierra.

También veo monte bajo, con sus florecillas blancas, amarillas, alrededor de los pinos, piedras envueltas en musgo y hierbas de todo tipo que no soy capaz de identificar porque no tengo conocimiento sobre ellas, pero que forman parte del bosque igualmente.12227061_1687023318179441_4201134133100702365_n

Y además de ver, siento. Siento que el bosque es un Ser que siempre esta ahí, compuesto de cientos de criaturas que forman un todo que funciona, al ritmo de la vida. Lo mismo que yo cuando respiro, me pongo de acuerdo con todo mi cuerpo para caminar, el bosque se pone de acuerdo para evolucionar, para crecer, para nacer, para morir.

Aprendo de él que aunque este siempre en el mismo lugar, con sus raíces fuertes ancladas a la piel de la Pachamama, cada vez que vuelvo a caminar por sus senderos ya no es el mismo, ha evolucionado, se ha adaptado a las circustancias y ha crecido.

Algunos árboles han muerto, otros crecen, otros están germinando dentro de la piel de Gaia, que los acoge con amor, pero todo a un ritmo, el ritmo de la vida, el sagrado ritmo de la Vida.

Yo siento esa vida en mi interior, también mi vida es una contínua evolución, un encuentro con el Ser, un camino hacia mi alma; también tengo que desprenderme de las hojas secas, también tengo que crecer al ritmo de la Vida, viviendo el momento presente, como el bosque, que no se plantea lo que fue ayer ni piensa en el futuro con miedo, simplemente evoluciona, en Unidad y además regalando belleza, que nos solazan el alma y frutos que nos alimentan.

Creo que si los seres humanos escucháramos la voz de Pachamama, sabríamos volver a nuestra esencia, evolucionando como el bosque, con fuertes raíces en el suelo, pero con las puntas de nuestras ramas creciendo para alcanzar el cielo, ser más felices y vivir en paz.

Enseñar significa Emocionar — AUTOCONOCIMIENTO INTEGRAL

No filosofa cuando dice que sólo se puede aprender aquello que se ama, lo dice a partir del estudio del cerebro. No importa mucho si tenemos ordenadores o no en las aulas, ganaríamos más con grandes ventanales, más ejercicio físico y, por encima de todo, con buenos maestros que sepan cómo aprende el cerebro humano y […]

a través de Enseñar significa Emocionar — AUTOCONOCIMIENTO INTEGRAL

Huesos y mente.

Cuando todo se vincula con todo lo demás, la materia se convierte en mente. Erik Davis, Techgnosis Es curioso cómo, conforme la ciencia avanza, se va confirmando un fenómeno que el racionalismo procuró, históricamente, desmentir: todo está unido. Ya sea que se trate de los campos morfogenéticos que advierte Rupert Sheldrake, la hipótesis de que […]

a través de Todo está conectado: Tus huesos influyen Tu mente — ~ Feldenkrais® Barcelona ~

Heroísmo animal

Adiós a Bretagne, la última perra de rescate del 11-S y símbolo del heroísmo animal.

Así publicaba El mundo la noticia de la muerte de Bretagne, la última perra del rescate del 11-S. A mí me han venido a la mente, rápidamente, todos los animales masacrados en guerras, desplazados en los incendios, torturados por sus amos (si es que f004240alguien puede ser amo de un ser vivo), abandonados y masacrados por la locura del ser humano. Esa locura que se produce cuando estamos faltos de amor y odiamos sin medida, cuando creeemos que estamos separados del resto de la vida, cuando nos creemos superiores…, esa, la que convierte al ser humano en una fuerza destructora sin límites.

Vaya por ellos mis más sinceras disculpas, porque ellos nos demuestran cada día, con sus meneos de cola y sus lamentones, que nos dejemos de complicar con nuestro parloteo mental, que el amor es incondicional, que la vida está en tu interior, en tu amor, que fluye por tus venas, que la felicidad no está en lo material, que una caricia es más importante que las palabras, que amar, amar es una forma de vivir.

Por ello, dejemos que sean lo que son, animales, y no intentemos que sean una mala copia de nosotros mismos, porque siendo lo que son, son fantásticos.

Soy un tipo como otro cualquiera, lo soy. Siento decepcionarte si pensabas que ibas a leer un texto magistral cargado de consejos de como llevar tu vida o cosas así, no es mi intención al escribir este texto. Solo sentía la necesidad de expresarme, y así lo hago. He llevado mi vida como he querido […]

a través de Esperanza — fer1965blog